viernes, 25 de septiembre de 2009

Paternidad

Paternidad
(Homenaje a J. L. Borges
en su poema El Golem)



Tanto da que haga sol, viento o que llueva.

El reto al que me enfrento es importante.

No debo vacilar ni un solo instante

para salir airoso de la prueba.

Todo el entorno ya está preparado.

Los malos, los mediocres y los buenos.

Los edificios, que aguardan serenos.

Tan solo falta que yo esté inspirado.

Mi osadía pretende que lo que haga

pueda remotamente compararse.

Que mi creación no deba lamentarse

de haber nacido aquella tarde en Praga.

No conozco al rabino, ni a su gato.

Y tan solo hace un día que me encuentro

en la ciudad. En tanto, muy adentro,

grita: “¡¡quiero salir!!” este relato.

(Espero que el felino no sea terco

en expresar su posible desagrado,

erizando los pelos del costado

y bufando furioso si me acerco.)

¿Dónde hallaré la fuente de la historia?

¿Cómo sabré de la pista certera?

¿Cuándo obtendré la llave verdadera

que me abra el jardín de la memoria?

¿Será que he de juntar todos los datos

en este idioma -¡ay!- incomprensible?

¿Debo quizás buscar algo invisible

o que se muestra, intermitente, a ratos?

Y si la suerte benévola me asiste

poniendo en mi camino el material.

¿Cómo dotarlo del soplo vital

con que trasciende la materia triste?

Las dudas poderosas me atenazan:

¿Será esto? ¿aquello? ¿algo? ¿todo? ¿nada?

¿y si? ¿tal vez? ¿pudiera? ¿acaso? ¿cada…?

O, ¿son miedo y angustia que me abrazan?

Pero algo está vivo en las entrañas,

y es cada vez más fuerte y arrogante.

Ya le escucho gritar desafiante

que cesen mis monsergas y patrañas.

“¡Quiero vivir!” Insiste nuevamente.

“Verme en papel, en la Red, en la pantalla.

No admito que de nuevo digas: ‘¡calla!’

Quiero brotar de labios de la gente.”

Yo también lo pretendo de este modo,

–respondo– sabes que eres mi hijo.

Y por esa razón pido y exijo

que seas el mejor. Perfecto en todo.

Es cómodo decir ambigüedades

y contentarse con un: lo he intentado.

No es mi objetivo. Yo he de haber logrado.

No me conformo con mediocridades.

Por eso aunque te quiero con locura,

y tu existencia me mantiene en vilo,

te engendraré tan solo si destilo

lo más sublime. La esencia pura.

(Nótese que la apuesta es elevada.

Cuasi imposible, algunos dirán.

Pero rabino y gato vivirán

igual de bien, pues no les toca en nada.)

Si, pese a los augurios, tu alma pura

se engendra e incipiente tomas forma,

aunque me jacto de seguir la norma,

seguro que te miro con ternura.

No creo que mi acción preocupe a Scholem.

Debe ocuparse de cosas más graves.

Y tú, Maestro, seguro que sabes

los sentimientos del padre de un Golem.

Praga, 31 de agosto de 2008

Àngel Agüeras

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